Preservar el hábitat osero, objetivo prioritario
Editorial
11 de septiembre de 2018
Han sido muchos los factores que han contribuido en los últimos años a la recuperación de la especie, pero tal vez ninguno tan importante como salvaguardar las áreas en que habitan los osos de toda interferencia más allá de los tradicionales usos agrícolas o ganaderos de los vecinos.
Esta fórmula de éxito puede verse hoy cuestionada, en parte, ante el incremento geométrico de quienes se fijan como objetivo el avistamiento de algún ejemplar, pues entre ellos existen quienes bien por desconocimiento, o bien desmedida “ambición visual”, pudieran irrumpir en áreas muy sensibles y ocasionar, si esto sucede con alguna reiteración, una significativa distorsión en el hábitat, con consecuencias muy negativas para el proceso de recuperación en curso.
De ahí la importancia de evitar la “presión” de quienes visitan estas comarcas con esta finalidad, como si conseguir un avistamiento fuera poco menos que un trofeo. Se trata, sin duda, de una experiencia muy apreciable, pero vivirla hay que fiarla tanto a la casualidad, como al asesoramiento –restrictivo siempre en todos los órdenes– de quienes tienen acreditado su compromiso medioambiental con esos espacios físicos tan singulares.
Estamos seguros que nadie que visite “las tierras donde viven los osos” va a sentirse defraudado, pues son garantía de un medioambiente excepcional, y para una experiencia tan positiva en ningún caso es necesario que se produzca, ni siquiera que se propicie, avistamiento alguno.
No se debería, por tanto, generar en demasía unas expectativas que por un lado no se podrían cumplir y que, por otro, de hacerlo, supondrían un importante paso atrás en las buenas practicas que nos han permitido llegar hasta aquí, dado que poseemos activos más que suficientes para ser un polo de atracción sin poner en peligro el más sensible de todos ellos y que, además, es un icono que resume de manera perfecta lo mejor de nuestros recursos y valores ambientales.
11 de septiembre de 2018
Han sido muchos los factores que han contribuido en los últimos años a la recuperación de la especie, pero tal vez ninguno tan importante como salvaguardar las áreas en que habitan los osos de toda interferencia más allá de los tradicionales usos agrícolas o ganaderos de los vecinos.
Esta fórmula de éxito puede verse hoy cuestionada, en parte, ante el incremento geométrico de quienes se fijan como objetivo el avistamiento de algún ejemplar, pues entre ellos existen quienes bien por desconocimiento, o bien desmedida “ambición visual”, pudieran irrumpir en áreas muy sensibles y ocasionar, si esto sucede con alguna reiteración, una significativa distorsión en el hábitat, con consecuencias muy negativas para el proceso de recuperación en curso.
De ahí la importancia de evitar la “presión” de quienes visitan estas comarcas con esta finalidad, como si conseguir un avistamiento fuera poco menos que un trofeo. Se trata, sin duda, de una experiencia muy apreciable, pero vivirla hay que fiarla tanto a la casualidad, como al asesoramiento –restrictivo siempre en todos los órdenes– de quienes tienen acreditado su compromiso medioambiental con esos espacios físicos tan singulares.
Estamos seguros que nadie que visite “las tierras donde viven los osos” va a sentirse defraudado, pues son garantía de un medioambiente excepcional, y para una experiencia tan positiva en ningún caso es necesario que se produzca, ni siquiera que se propicie, avistamiento alguno.
No se debería, por tanto, generar en demasía unas expectativas que por un lado no se podrían cumplir y que, por otro, de hacerlo, supondrían un importante paso atrás en las buenas practicas que nos han permitido llegar hasta aquí, dado que poseemos activos más que suficientes para ser un polo de atracción sin poner en peligro el más sensible de todos ellos y que, además, es un icono que resume de manera perfecta lo mejor de nuestros recursos y valores ambientales.