El oso pardo, el mamífero terrestre más grande en estado salvaje de la fauna ibérica, es una especie fascinante. Su esperanza de vida supera los 20 años y la población cantábrica supera los 350 ejemplares. La mayoría se encuentra en el Principado de Asturias. Esta subespecie es una de las más pequeñas del mundo, con machos que pueden alcanzar más de 180 kg y hembras que rondan los 100-140 kg, aunque su peso varía a lo largo del año.
Renuevan su pelaje anualmente en verano, que va desde el pardo amarillento al marrón oscuro. Tienen un olfato extremadamente agudo que les ayuda a detectar fuentes de alimento y amenazas. Al igual que los humanos, son plantígrados, caminan apoyando toda la planta de sus pies y son hábiles escaladores y trepadores de árboles. Cuando llega el invierno, una vez bien alimentados y preparados, seleccionan una osera y la acondicionan con materia vegetal. Mientras hibernan, reducen a la mitad su ritmo respiratorio, cuatro veces su ritmo cardiaco y bajan su temperatura corporal hasta 4 o 5 grados.
En enero, mientras hibernan, las osas paren entre una y tres crías ciegas. Permanecen hasta la primavera en la osera mamando y creciendo, hasta que en abril o mayo salen al exterior con su madre. Cuando cumplen un año y medio de edad y llega la época de celo, la familia se separa. Las hembras suelen quedarse cerca del territorio materno siempre y cuando las condiciones lo posibiliten, mientras que los machos generalmente se dispersan por el territorio.
Históricamente, para conocer el tamaño poblacional y su tendencia la metodología usada cada año es seguimiento de las unidades familiares, compuestas por las osas con crías (OCAS) del año en el que se realiza el censo.
El gráfico adjunto muestra claramente la recuperación de la especie. En 2018, se contabilizaron 38 osas (31 en la población occidental y 7 en la oriental) con 64 oseznos. A partir de 2018 no se han publicado más censos de osas con crías, ya que el aumento de estos grupos hace muy complicado el diferenciarlos fehacientemente.
Estos censos se realizan coordinadamente con los técnicos y guardas de los departamentos de conservación de la naturaleza de las cuatro Comunidades Autónomas, contando, así mismo, con el apoyo de los equipos de campo apoyo de ONG dedicadas a la conservación de esta especie, como la Fundación Oso Pardo (FOP), la Fundación Oso de Asturias (FOA) y el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS). También colaboran el SEPRONA de la Guardia Civil y la guardería de campo de los cotos de caza, así como naturalistas, cazadores, montañeros y habitantes de las zonas oseras, que cada día se sienten más vinculados a la conservación del oso pardo cantábrico.
Actualmente, aunque se continúa el seguimiento de las osas con crías, se está sustituyendo el conteo de osas con crías por las estimas poblacionales obtenidas mediante análisis genético de excrementos y pelos y modelos de captura-recaptura espacialmente explícitos.
La estima poblacional de oso pardo realizada mediante técnicas genómicas ha dado un resultado estimado de 370 osos en la cordillera cantábrica (con un intervalo de confianza de 333-421 ejemplares), con 250 ejemplares en la subpoblación occidental y 120 en la subpoblación oriental, lo que supone una estabilización de la población en el occidente y la constatación del incremento de la población de osos en el oriente de la cordillera, donde las estimas previas daban valores próximos a los 50 ejemplares. El sex ratio obtenido es del 56 % a favor de los machos, con 210 machos y 160 hembras.
Sin ninguna duda, el oso pardo es la especie emblemática, el tesoro natural, el ser vivo más representativo de la cordillera Cantábrica en general y de Asturias en particular.
A un apreciable aumento de su población, se une ahora un mayor interés por conocer sus costumbres y los lugares donde habita . Estamos en los albores de un incipiente turismo de observación de fauna que tiene, precisamente en esta especie, su principal objetivo. Esta actividad puede ayudar a su conservación pero también puede ser motivo de molestias y riesgos para la especie y las personas.
Los osos pardos tienden a huir de la presencia humana ya que con sus agudos sentidos, olfato y oído sobre todo, detectan rápidamente cualquier incidencia, o que unido a su comportamiento crepuscular y nocturno, hace que lo encuentros con las personas sean poco frecuentes. Pero el oso pardo es un animal de gran envergadura que en encuentros inesperados o en presencia de sus crías puede defenderse o tener reacciones agresivas en su huida.
Las publicaciones adjuntas pretenden asesorar a quienes busquen observarlos o bien visiten los lugares donde viven, con pautas de comportamiento que minimicen cualquier riesgo por pequeño que éste sea. En los botones adjuntos se descargan los folletos.
· En un rastro, las manos suelen dirigirse hacia dentro.
· Las huellas se miden desde la mitad de la impresión de los dedos del 1 al 5.
Los excrementos de oso varían en aspecto dependiendo del tipo de alimento.
Los que encontramos a comienzo de la primavera suelen ser bastante oscuros o verdosos con restos de insectos y herbáceas.
Con la llegada de los frutos carnosos a finales de la primavera o principios del verano (principalmente las cerezas), las heces se encuentran repletas de sus semillas. En ocasiones podemos encontrarnos deposiciones con abundancia de las mismas en pequeños agujeros excavados en la tierra que pueden llevarnos a confusión y que es el resultado de las sucesivas deposiciones de los tejones en sus letrinas.
El oso no es capaz de hacer una digestión profunda de la materia vegetal, por lo
tanto, en sus deposiciones puede reconocerse parte del alimento ingerido y un
olor suave y afrutado.
Cuando la ingesta ha sido carne, bien de una carroña o por depredación, tiene
un olor más intenso.
Los osos dejan su impronta en la naturaleza para comunicarse con el resto de sus congéneres. A través de sus heces, orina, glándulas y marcas, comunican su estado, rango, sexo, etc.
Suelen frotarse contra troncos, arañarlos o morderlos. Los machos dedican bastante tiempo a dejar constancia de su presencia, sobretodo en la época de celo, dejando también en ocasiones resto del pelo enganchado en la corteza. El pelo de los osos es bastante sedoso en comparación con el jabalí o el ciervo y pude encontrarse a más altura. También podemos encontrar pelo de oso en los alambres que cierran las fincas. Las marcas de las uñas dejan unos arañazos equidistantes. Suelen quedar marcados 3 o 4 dedos.
Las ramas rotas son otro indicio que nos ayuda a saber de su presencia. Los cerezos y ciruelos suelen ser los más dañados.
Troncos o piedras de gran tamaño movidos; grandes hormigueros escavados para acceder a sus larvas; colmenas destruidas con deposiciones donde se aprecian los restos de la cera de los panales…, son otros indicios que nos señalan la presencia del plantígrado.
Junto con Tola, vivió en los cercados gestionados por la FOA en Santo Adriano desde 1996 hasta el 10 de abril de 2025, fecha en la que falleció. Se le practicó la eutanasia compasiva tras un empeoramiento irreversible de su estado de salud.
Su máximo peso registrado antes de la hibernación fue 135 kilos. Tenía un pelaje marrón claro, sobre todo en su cabeza y era una hembra dominante y de comportamiento tranquilo.
Tola vivió en nuestras instalaciones hasta el 18 de enero de 2018, fecha en la que murió por causas naturales debido a su avanzada edad (29 años). Residía junto a su hermana Paca en el cercado de Santo Adriano desde el 26 de mayo de 1996.
Con un comportamiento mucho más nervioso y desconfiado que el de su hermana, era una hembra de oso pardo cantábrico, de pelaje marrón oscuro, a la que se le podía apreciar con bastante claridad un antifaz más oscuro en la cara.
Se trata de una hembra de oso pardo cantábrico nacida en el año 2013 y que tras su rescate por motivos de salud fue imposible su reintroducción en la naturaleza. Llegó a nuestras instalaciones el 19 de diciembre de 2013.
Es una osa de coloración pardogrisácea clara con patas oscuras y cabeza parda. Destaca un collar claro y una mancha redonda oscura bien definida sobre su hombro derecho.
En la actualidad vive en el cercado situado en el monte Fernanchín en condiciones de semilibertad.
Este árbol genealógico nos muestra las interpretaciones más actuales sobre el desarrollo evolutivo de los osos y el grado de parentesco existente entre las ocho especies actuales.
En 1989 unos cazadores furtivos mataron a su madre en unos montes del Suroccidente de Asturias y capturaron a los dos pequeños oseznos que iban con ella.
Poco después el cazador fue detenido y las dos crías de oso fueron recuperadas, aunque no fue posible su reincorporación a la naturaleza. Las osas fueron bautizadas como Paca y Tola y han pasado a ser un auténtico emblema de la lucha por la conservación del oso pardo. Si quieres conocerlas, puedes encontrarlas en el cercado osero situado entre Proaza y Santo Adriano, en pleno corazón de los Valles del Oso.
El día 19 de septiembre de 2013, en una zona rocosa y de difícil acceso próxima al Puerto de Leitariegos, en el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias (Asturias), una osezna de unos 8 meses de edad fue rescatada tras observarse su despeñamiento el día anterior.
El animal fue trasladado a la Clínica Veterinaria de Buenavista de Oviedo. En su primer diagnóstico se observaba deshidratación, anemia, caquexia, traumatismo cráneo-encefálico y luxación de cadera. Además, el peso de la osezna era de tan solo 6 kg (lo esperable serían unos 18 kg).
A fecha 1 de octubre el animal se trasladó al Centro de Recuperación de la Fauna de Sobrescobio, en esas instalaciones continuó su rehabilitación bajo tutela de los veterinarios del Principado de Asturias y con el menor contacto posible con personas, pues el objetivo en estos casos es siempre su reintroducción en la naturaleza.
La recuperación del animal fue positiva, y por eso el día 29 de noviembre la osezna fue liberada en la Reserva Natural Integral de Muniellos, en una zona con suficiente alimento y portando dos trasmisores que permitía el seguimiento del animal por parte de los técnicos de la administración. Tras unos primeros días en los que el animal mantuvo un comportamiento “normal”, el día 6 de diciembre aparece de noche en una carretera.
Tras observarse comportamientos similares al anterior, sin miedo aparente a las personas y refugiándose en zonas cercanas al pueblo, el día 17 de diciembre se desarrollaron acciones disuasorias contempladas en protocolos de prevención de osos problemáticos. Se consiguió ahuyentar a la osezna a más de 3 km del pueblo de Degaña, pero al poco tiempo el animal regresó de nuevo al pueblo. Al día siguiente se repitieron las acciones, respondiendo ésta con aún más agresividad y con tolerancia a la presencia humana.
Una vez analizada la situación, y ante la proximidad de las vacaciones de Navidad el 19 de diciembre se reunió en Oviedo el grupo de trabajo Oso; la decisión de retirar a la osezna Molina de la naturaleza fue la solución más respaldada, aunque cabe decir que otros grupos presentes no la compartían. Con esta acción, se evitaban una serie de riesgos que complicaban su supervivencia o incluso para la seguridad de las habitantes de Degaña. Ese mismo día, la administración puso en marcha la operación de captura y decidió su traslado a uno de los cercados oseros existentes en Santo Adriano.
Desde entonces vive bajo los cuidados de la Fundación Oso de Asturias, supervisados por la Administración Regional.